La historia de dictadores en África es extensa. Una historia de dolor, sangre y corrupción; que ha tenido a diferentes “figuras” a cargo de las masacres bajo estos regímenes de gobierno, como el “carnicero de Kampala” Idi Amin, en Uganda, el “Pinochet de África Hissène Habré, del Chad, entre otros. Que, con diversos métodos, se han encargado de convertir en un infierno el paraíso que es África: pelotones de ejecución, asesinatos en masa, casería a las tribus hostiles, además asesinatos políticos. Sólo en el caso de Amin, se estiman en 100.000 a 300.000 los muertos en los 8 años de su régimen de terror.
Zinc, manganeso, petróleo, diamantes y oro; tesoros con los que el continente negro fue bendecido pero que conllevan una triste maldición: las ansias de poder y riqueza de cada uno de estos tiranos que, con el uso de las armas y derramando la sangre de su pueblo, han permanecido en el poder repartiendo las riquezas en unos pocos –en el mejor de los casos- mientras que el resto del mundo hace la vista gorda, o se aprovecha de la situación.
Zinc, manganeso, petróleo, diamantes y oro; tesoros con los que el continente negro fue bendecido pero que conllevan una triste maldición: las ansias de poder y riqueza de cada uno de estos tiranos que, con el uso de las armas y derramando la sangre de su pueblo, han permanecido en el poder repartiendo las riquezas en unos pocos –en el mejor de los casos- mientras que el resto del mundo hace la vista gorda, o se aprovecha de la situación.
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