El conflicto Árabe-Israelí de Rodrigo Padilla

on jueves, 16 de abril de 2009


República del Congo, Somalia, Uganda, Armenia, Costa de Marfil, son sólo algunos de lugares en el globo terráqueo donde hay algún tipo de conflicto armado. Ya sea por religión, política, problemas sociales o simplemente, porque quizás somos demasiados en el mundo y de alguna manera hay que controlar la población mundial.

Pese a la ayuda del cine, internet y los últimos gadgets tecnológicos, resulta imposible compartir lo que es vivir con la muerte acechando a la vuelta de la esquina. Por más que Youtube nos muestre los atentados y conflictos apenas minutos después que hayan ocurrido en un lugar muy lejano de acá, siempre sabremos que esos niños disfrazados de soldados corriendo con kalashnikovas y los sujetos con turbantes inmolándose estarán no sólo lejos de nuestra comprensión, sino que además lejanos a nuestra realidad.

Quizás por eso, pocas personas sientan curiosidad por la situación que se vive en Palestina e Israel, pese a que por ejemplo, el árabe -luego del latín- es la lengua que más palabras ha aportado a nuestro idioma; han sido precursores en el ámbito de las ciencias, y en muchos casos, los judíos han jugado un importante papel en el ámbito económico de distintos países, sin olvidar la amplia comunidad israelitas y sobre todo palestinos que habitan en nuestra larga y angosta faja de tierra.

Así, es probable que no muchos conozcan las causas del conflicto o los inicios de éste. Como la existencia del tratado de Sykes-Picot, maquinado por Gran Bretaña y Francia en 1916, y que definiría el destino de las tierras del Imperio Otomano, una vez concluida la Primera Guerra Mundial.

De esta manera, en 1917, y con Basora y Bagdad como sus terrenos, y con influencias en lo que hoy corresponde a Irak, los británicos hacían la declaración de Balfour, de la que se rescata principalmente la idea de apoyar la creación de un hogar nacional judío, que pondría fin a la diáspora comenzada cerca del 606 a.C., en otras palabras, después de cientos de años, los judíos tendrían por fin un lugar al cual regresar, una tierra a la cual llamar casa.

Tras la derrota sobre el imperio otomano, la Sociedad de las Naciones entrega Palestina en mandato a Gran Bretaña. Por consiguiente, es este el lugar donde, durante cerca de 20 años se produce una inmigración de judíos provenientes de distintos lugares del mundo, principalmente desde Europa, coordinados por la Organización Sionista Mundial y su líder Jaim Weizmann; sin olvidar el apoyo de la Agencia Judía, que realizó la compra de terrenos y edificación de los primeros servicios básicos.

Ya en 1928 se evidenciaban los primeros conflictos entre árabes y judíos, teniendo como cúspide la Matanza de Hebrón en 1929, donde árabes armados con cuchillos y palos tomaron la decisión de asesinar a judíos en Jerusalén y los territorios cercanos.

Nuevamente los británicos, pensando en su propio bien, cambian las reglas del juego, cuando en 1937 deciden dejar de apoyar la idea del hogar nacional judío, para obtener el apoyo del pueblo árabe de cara a la segunda guerra mundial. Malcom MacDonlad patrocinaba entonces el Libro Blanco, donde se establecía un plazo de 10 años para convertir Palestina en un solo estado independiente, y donde la inmigración judía estaría limitada con el fin de que se mantuviese la proporción de ser 1/3 del total de la población. Esta limitante se vio reflejada durante el desarrollo de la segunda guerra y la persecución realizada por Adolf Hitler, instaurándose en el corazón de los judíos la percepción de que ellos, y sólo ellos podrían velar por la seguridad e intereses de su pueblo.

Sus esperanzas fueron resueltas en 1947, luego que la Asamblea General de la ONU decidiera dividir Palestina en dos, una para los judíos, con 54% del territorio y otra para los árabes con el restante 46%. Estos últimos, y como ha sido la tónica reflejada durante los últimos años, no quedaron conformes con la decisión. Luego de la declaración de independencia del estado Israelí, Líbano, Egipto, Jordania, Irak y Siria deciden atacar a al naciente estado.

Los resultados de la guerra dejan a Israel con un 26% más de territorio, a Egipto en poder de Gaza y a Transjordania con Cisjordania y el este de Jerusalén. Las pérdidas humanas son cercanas a los 6500 judíos y entre 10000 y 15000 árabes.

De aquí en adelante comenzaría la historia bélica que dura hasta nuestros días. En 1948 el escenario sería la guerra de Suez, donde Israel, el Reino Unido y Francia unirían fuerzas contra Egipto, que nacionalizaba el Canal de Suez. Es en este contexto donde nace la OLP, Organización para la Liberación Palestina, no sólo vigente en la actualidad, sino que incluso convertido en un ícono por, al ser apoyada por músicos como Trent Reznor de Nine Inch Nails, que sale a sus conciertos vistiendo un shemagh –Keffiyeh-.

Israel volvería a aumentar sus territorios luego de la Guerra de los 6 Días, donde conquista Cisjordania, Franja de Gaza, el este de Jerusalén, la Peninsula de Sinaí –lugar donde se origina el conflicto- y lo que actualmente correspondería a Siria.

Yom Kipur y la guerra del Líbano se sumarían a los conflictos bélicos en esta historia que parece no tener fin. Recién en 1993 Israel reconocería la Autoridad Nacional Palestina, la que a su vez hacía lo mismo sobre el Estado de Israel. Pero como todos saben, el conflicto no terminó ahí, y sigue estando presente, cuando de vez en cuando se cruza por nuestros televisores o monitores.
¿Es tanto el recelo entre judíos y árabes? No. Al menos eso es lo que recojo de las veces que he estado con descendentes de árabes, que fuera de hacer algún comentario en forma de broma sobre los judíos, no demuestran algún recelo. Por otra parte, cuando he compartido con judíos –algunos que incluso lucharon en la segunda Guerra del Líbano- las cosas no cambian. No demuestran ningún aire de odio hacia el pueblo con el que llevan años en disputa.

Personalmente creo que el conflicto árabe-israelí responde a grupos minoritarios, fundamentalistas o claramente, terroristas. Lamentablemente, hay quienes lucran con estos hechos, y así como Gran Bretaña movía a su gusto a estos pueblos en un comienzo, las grandes potencias han sabido aprovechar este conflicto.

Como pasa en los cerca de 35 conflictos armados que están aún vigentes en el mundo, hay quienes se ven beneficiados con la guerra. Fabricantes y exportadores de armas. La misma España que prefiere mantenerse alejada del conflicto pero es una de las mayores exportadoras de minas antipersonales.

No creo que haya que poner fin al conflicto en medio oriente. Me parece mucho más sensato terminar con todos los problemas bélicos alrededor del mundo y trabajar como humanidad en pos de cosas mucho más importantes, como es el hoyo de la capa de ozono –cada día más grande- o la perdida de flora y fauna, por utópico que esto parezca. Aunque, claro, eso es lo que yo pienso, viendo todo a miles de kilómetros de distancia. ¿Usted qué piensa? Solo recuerde que mientras lo hace, en algún rincón del mundo más de una persona está muriendo por culpa de estos absurdos conflictos sin respuesta.

1 comentarios:

Carlos Zárate Valenzuela dijo...

Rodrigo:
Bien documentado, lo mejor quizá sea las conclusiones del final se pudo hjaber llegado allí antes.

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